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Tardes frías de otoño

  • Foto del escritor: STF
    STF
  • 31 oct 2021
  • 2 Min. de lectura

Regresaba de dar una vuelta con los perros cuando me vio. Las nubes se habían contenido y no cayó una gota durante el paseo por el campo. Estaba todo tan embarrado y el cielo se veía tan gris que pensaba en la Navidad y en la música que pronto me pondría para animar las rutas y que me traslada a las tardes de la infancia junto a mi madre y las luces del árbol.


A punto de entrar en el portal, me llamó. Ella. Esa chica finita y habladora que me encuentro muy de cuando en cuando y que es tan cariñosa. También llevaba a un perro de los que pasea por unos euros. No ha cambiado nada desde que nos conocimos; me parece siempre muy niña, muy pálida, algo despistada ante el mundo.

Bastó que le preguntara qué tal para que se le empañaran las gafas sobre la mascarilla. Se lo quitó todo para respirar, también la armadura. Imaginé enseguida que había roto con aquel chico. La última vez que coincidimos, íbamos todavía en sandalias y me habló feliz del chaval que le habían presentado, estupendo, muy alto, qué suerte. Ayer su novio ya no formaba parte de su vida, y ella no hacía más que preguntarse por qué.


Por qué se ha ido, por qué me dejó así, por qué no quiere que conversemos, por qué los findes son esta mierda. Se sentía noqueada y triste, igual que todos los que hemos vivido un desengaño. Ella misma se decía que valía mucho y que su ex no la merecía... Yo añadí que todo pasa, y hasta le prometí que esta pena de hoy en el futuro solo asomaría como un mal recuerdo del que se aprende.


No la convenzo esta tarde. Sus tres meses de ilusión le parecen la única verdad posible y yo, a fin de cuentas, le doblo la edad. Desde mi torre, observo esos chascos como lances inevitables de una veinteañera, pero no puedo insistir en eso. Por respeto a la niña, la adolescente y la veinteañera que guardo dentro. Por respeto a lo que le espera en su habitación, más lágrimas con su canción especial, la nostalgia de cada encuentro, el sobresalto ante el cruel timbre del móvil, las habladurías sobre dónde anda… y más preguntas sin respuesta en medio de un chaparrón frío como el corazón de su amado.


"Cuídate mucho, todo pasa". Empieza a lloviznar y vuelvo a casa, donde él me está esperando en este día gris de otoño que huele a Navidad.



 
 
 

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© 2021 by Susana Tejedor Fischer

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