A volar
- STF
- 14 sept 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 19 sept 2022
Siendo muy chiquita, mi profesora de preescolar quiso definirme en cuatro palabras: "Demasiada imaginación, muy charlatana". La mujer, mala baba-mano ligera, pegaba unos capones de aúpa cuando te trastabillabas al leer. Pero hoy su crítica cobra un sentido especial. He imaginado, he inventado, he observado y lo he contado.
Esta es mi criatura. Se llama Faldas con vuelo y recoge ocho relatos y una nouvelle sobre mujeres que he escrito durante unos cuantos años (quizás demasiados). Otros se adormilaron en una carpeta del ordenador, pero los de aquí nadaron con ganas hasta la orilla.

Hoy los contemplo y me parece un milagro. Hasta me puede cierta timidez ante la idea de que alguien pasee por los mundos que he creado (playas, calles, oficinas, patios) como por su propia habitación. Uno de esos relatos ya se conoce. Finalista del Premio Ana María Matute de Ediciones Torremozas, Un buen tipo abre el libro con la misma alegría con la que la distinción me abrió el camino para rematar el trabajo.
Dice Alice Munro que “la vida de la gente es suficientemente interesante si consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable”. Esta visión condensa con acierto cómo ha crecido mi colección de cuentos, con un hilo conductor esencial: nuestra imperfección. Se traban así pedacitos de nuestra existencia que se detienen en lo que somos cuando sentimos amor, soledad, desconcierto o miedo.
A quienes se decidan a probar este plato nuevo escondido en la carta de un catálogo, gracias, ya se identifiquen como familia, amigos, colegas o intrépidos desconocidos. Solo me queda desear que lo disfruten; no hay trampa ni cartón, sino entrañas y honradez, las que he puesto en cada historia. Este es mi debut oficial en el mundillo de las letras para adultos y me atrevo a expresarlo con pudor y orgullo, pura contradicción, de lo más humana también.
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