La decepción

A estas alturas de la película, he comprendido que cada uno de tus amigos tiene un rol distinto en tu vida. Algunos lo cumplen y desaparecen, mientras que de los que se quedan no debes esperar (casi) nada.

Photography: Brigitte Lacombe

Me encanta la parrafada que le atribuyen a Meryl Streep sobre su decisión de pasar de todo aquello que la daña o no soporta. Circulaba por Internet y suelo mandársela a personas de mi confianza que andan saturadas o perdidas porque no acaban de recibir lo que esperan de los demás. La energía que pretendo transmitir a través de las palabras de la actriz es la que imprime tomar conciencia de que no puedes dejarte la piel por contentar a otros, y menos si estos ponen un muro con el que tú chocas una y otra vez.

"Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama" (Meryl Streep)

Streep dice: "Ya no soportaré más algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. No tengo paciencia para el cinismo, las críticas excesivas y exigencias de cualquier naturaleza. Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír a quien no me sonríe".

No es cuestión de mandar al carajo a todo aquel que comete un error con nosotros o no acaba de responder a nuestra llamada. Todo tiene su contexto, y algunas personas, las que nos importan, merecen un margen o una segunda oportunidad. Pero el corazón nos advierte de que, llegados a ciertas situaciones, tal vez no conviene jugarnos la salud, el ánimo, la autoestima, tratando de lograr un objetivo que ha caducado con personas a las que ya no les importamos demasiado. La gente no cambia, pero las relaciones, sin duda: crecen, avanzan o involucionan hasta su completa extinción. Y ese corazón no deja de hablarnos, ¿o es la cabeza?, diciendo cosas como "déjalo ir; no pasa nada". Momento en el que empezará un luto de duración variable, como la nubosidad.