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Libros joya

  • Foto del escritor: STF
    STF
  • 31 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 8 oct 2021

Todos tenemos libros favoritos. Luego están aquellos que necesitamos a la vista como una referencia, un bebé en su cuna, una ventana abierta a la que acudir cuando nos falta el aire.

Soy de las que cree que el bloqueo del escritor no existe. Existe la pereza, la desmotivación. Y una de las maneras de vencerlo es trabajando. Eso supone sentarse e intentarlo. No siempre sale bien, pero la mayoría de las veces funciona, y cierras el documento con una sonrisa, sabiendo que mañana vas a volver con otra actitud y más ganas. En tu texto, en un párrafo, en esa frase, quedó un hilo del que tirar para proseguir la tarea.


Otra forma de derrotar la desidia es leer. Leer algo bueno, algo que nos conquiste con unas pocas líneas. Hace unas semanas precisamente descubrí un libro que es una joya. Es de esos ejemplares que no se pierden en una balda; los mantienes cerca de ti, en tu escritorio, en la mesilla. No sé si son un oráculo, un guiño amistoso, un compañero en la soledad de tu habitación, pero los quieres a la vista para abrirlo de vez en cuando.





Esta vez me refiero a una obra recopilatoria de Natalia Ginzburg. En Las pequeñas virtudes se encuentran textos bellísimos, como "El y yo" o "Mi oficio", que precisamente versa sobre la escritura. Dice, por ejemplo:


"Si uno piensa 'este detalle es bonito y no quiero desperdiciarlo en este cuento que estoy escribiendo, pues en él ya hay muchas cosas bonitas; lo guardaré para otro cuento futuro', entonces ese detalle se te cristaliza y ya no lo puedes utilizar".


Coincido. En este oficio "no existe el ahorro".


También confieso mi debilidad por Jhumpa Lahiri. Encontré en sus cuentos de Tierra desacostumbrada la sensibilidad que me gusta en una historia, sin grandes giros, ni finales apoteósicos. Quiero pensar que yo también abordo los entresijos de vivencias comunes sobre gente imperfecta, lo que somos, al cabo, sin efectismos. Y cuando me desinflo en la labor, abro uno de sus relatos y me conecto con lo que busco y doy con la tecla mágica.


Otra autora que descubrí y me maravilló fue Vivian Gornick. También supuso toda una experiencia perderme en su novela "Apegos feroces". No he dejado de regalarlo desde entonces porque escribe con una naturalidad pasmosa una narración cargada de sentimientos y reflexiones. Para acabar de conquistarme, su historia se integra en el paisaje urbano de Nueva York, y cómo la integra; es un personaje más.


Por último, Elizabeth Hardwick, una maestra de las palabras. La reina del adjetivo perfecto, de la descripción certera. Para muestra, estos botones de Noches insomnes:


"Ha llegado la hora de los cócteles, el momento por el que Nueva York entera trabaja, miente, corre, hace ejercicio, se apresura y se viste".


"La monogamia parecía impregnarse en él como el olor de hierro caliente en el cuello de la camisa".


"Me gusta recordar la paciencia de las viejas solteronas, de algunas que parecían capitanes de barco con sus ojos azul cielo, su pelo de una blancura blanda y nívea y su alegría deslumbrante".


Tomen nota y busquen sus libros joya, que son como cofres regalo cargados de curiosidades y exquisitez.


  • VIVIAN GORNIK - Apegos feroces(Sexto Piso)

  • ELIZABETH HARDWICK - Noches Insomnes (Navona)

  • JHUMPA LAHIRI - Tierra desacostumbrada (Salamandra)

  • NATALIA GINZBURG - Las pequeñas virtudes (Acantilado)




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